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La Escuela Argentina de Miami: malambo en los actos patrios, Aurora para izar la bandera y título oficial

Abrió sus puertas hace cuatro años en Florida, Estados Unidos, y sus egresados son reconocidos por el Ministerio de Educación argentino. Las maestras usan guardapolvo blanco y los niños aprenden sobre arte, ciencias sociales, formación cívica, y recuperan el contacto con el español. Silvia Rech, la directora académica, habló con Infobae sobre el proyecto que surgió cuando emigró de Buenos Aires.

Silvia Rech es argentina y trabajó toda su vida como docente, primero como maestra de primaria y luego como profesora de matemática. Cuando se mudó a Estados Unidos tiempo después de jubilarse, su alma de educadora la hizo buscar una oportunidad de la misma temática. Así surgió la Escuela Argentina Mia, que se encuentra en Miami, Florida, hecha a pulmón y con la vocación como sostén. Se embarcó en tareas que eran casi imposibles por la falta de recursos y la distancia, como conseguir un mapa de nuestro país para colgar en el aula, hacer escarapelas, y crear una surtida biblioteca con textos en español. Contra todo pronóstico lo logró, y hoy es la directora académica del proyecto que comenzó hace cuatro años y se convirtió en la actividad favorita de muchas familias todos los sábados.

En diálogo con Infobae cuenta cómo surgió la organización sin fines de lucro que está abierta a todas las comunidades y reúne a alumnos desde los 3 años hasta el nivel secundario incluido. “Trabajé muchísimos años frente a las aulas, y cuando me vine acá apareció esta oportunidad, que tiene que ver con un plan de escuelas argentinas en el exterior, que actualmente somos seis en el mundo, pero la nuestra es la más nueva”, explica Silvia, que además destaca que cada día se suman más personas a la comunidad argentina en Miami.

Nosotros abrimos y a los cuatro meses apareció la pandemia. Fue un un desafío tremendo porque nos empezaban a conocer y de golpe desaparecimos. Pero hay un refrán que decimos los argentinos que es el clásico ‘No hay mal que por bien no venga’, así que empezamos con la virtualidad, y así creamos la Escuela Argentina Virtual”, agrega sobre el inesperado obstáculo que sortearon a poco tiempo de la inauguración. Pudieron capitalizar la experiencia y considera que están al frente de una propuesta educativa única. “Las maestras que enseñan en ese programa virtual viven en Argentina, y les enseñan a chicos de distintas partes de Estados Unidos, e incluso a unas hermanitas que vivían en Georgia y se mudaron a la isla de Guam, cerca de Nueva Guinea; que no podían hablar una palabra en español y ahora cuando escriben y hablan es maravilloso”, celebra conmovida.

Cuando pudieron retornar a la presencialidad abrieron la inscripción, y tienen 30 alumnos que asisten todos los sábados para aprender. “Vienen para complementar su educación en sus escuelas, después de toda una semana que ya asistieron a clase en sus escuelas, y por eso lo valoramos tanto, porque eligen levantarse temprano el fin de semana para venir”, detalla. Al principio se asombraba del buen clima que se generaba, pero con el tiempo lo atribuyó a la excelente relación que tienen los propios padres de los estudiantes, la alegría de las maestras para mantener vivas las tradiciones, y el tipo de educación no tradicional a la que apostaron.

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“Trabajamos con neurociencias, y nos inspiramos para esta propuesta pedagógica en una educadora argentina del siglo pasado, Olga Cossettini, que en Puerto Madero hay una calle que lleva su nombre. Nos enamoramos de su ideario, y lo trajimos para acá: se conectan a través de las emociones, donde todos los aprendizajes son significativos; los papás se sienten partícipes de la escuela, y eso abre posibilidades muy diferentes”, describe. El arte es el eje transversal de todas las disciplinas, ya sea para aprender lengua, literatura, ciencias sociales, formación cívica, o geografía.

“Incluso hacemos arte culinario porque les encanta cocinar. Hicimos muchas más comidas típicas, y un día una mamá les enseñó a hacer ñoquis, algo que había chicos que nacieron acá que no sabían qué eran”, explica, y revela que los alumnos aprendieron también la letra ‘Ñ’, que no existe en el inglés. “Como comieron ñoquis ya no se olvidan más, les queda en la memoria por la emoción de haber compartido una clase tan especial”, sentencia. Aplican la misma metodología para las clases virtuales, que las dictan maestras argentinas desde sus hogares, con talleres de lectoEs un proyecto que depende de Ministerio de Educación de la República Argentina, pero lamentablemente no tenemos el auspicio económico de nadie, no tenemos ningún tipo de ayuda económica”, aclara Silvia. Y agrega: “Uno dice: ‘Es una escuela en Miami’ y la gente piensa que es una escuela de lujo y que estamos todos este cobrando sueldos siderales, cuando no es así, porque ni yo que soy la directora, ni Romina Aguirre Martínez, que es la vicedirectora cobramos sueldo”. La única forma de sustento recae en el aporte mensual de cada alumno y las donaciones de tercerosescritura los miércoles, y en los días festivos como el 25 de mayo o el 20 de junio celebran actos con abanderados, escoltas, e invitan a sus familiares a participar de la transmisión para que disfruten del momento en que se conectan con sus raíces y sean testigos del cariño con el que aprenden el himno argentino y juran la bandera.

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